Tras dirigir Banderas de nuestros padres, Clint Eastwood había decidido mostrarnos la misma época histórica pero desde el punto de vista de los japoneses. Así nace Cartas desde Iwo Jima, y quizás tras hacer dos películas seguidas, coproducirlas, escribirlas, y componer la banda sonora de la primera, decidió que su hija Kyle Eastwood y su leal compañero Michael Stevens se dedicasen a realizar el score de esta gran filme. Y si esperabais temas orquestales orientales y sus variantes, nada más alejado de la realidad. Kyle y Michael siguen la pauta creada por su padre en su anterior película, y la desarrollan con más fuerza y menos sutileza. Ahondan en lo dramático de la trama, reflejando los sentimientos, la crudeza, la pérdida, el desconsuelo, y una sensación de tranquilidad en cada nota y en cada compás, que a pesar de ser coetáneas y similares en concepto, son muy diferentes las melodías de ambas cintas. No debe de faltar para deleite de nuestros oídos.