Harry Gregson-Williams quizás aburrido por el uso que hizo de la electrónica en películas anteriores se ha decidido por la orquesta para impregnar el filme del dramatismo necesario, así como el uso de coros e instrumentos étnicos. La instrumentación étnica la utiliza sobretodo para acercarnos a los lugares donde se desarrolla la acción de El Reino de los Cielos. El uso de los coros es primordial en esta banda sonora para recrear ese aire del medioevo que necesita la historia. Gregson-Williams ha impregnado la partitura de una rica influencia de música histórica, religiosa y étnica, evitando clichés, con un carácter épico sin grandilocuencias, con sutileza, y creando los ambientes del Medio Oriente que se reflejan en la pantalla con una gran hermosura. El ser una gran superproducción de Hollywood no ha influido en el autor a la hora de dar frescura a la composición y no caer en el estilo académico de otras producciones similares. Destacable el tema del protagonista, “Ibelin”, especialmente hermoso con ese aire medieval que caracteriza toda la obra. Imprescindible.