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La muerte de Valentina, de 91 años de edad, profesora del VGIK (Escuela Oficial de cine de Rusia), -menos famosa que algunos de sus alumnos como Andrei Tarkovsky, Vassili Shukshin, Naum Kleiman, Nikolai Khrenov, Andrei Plakhov, Armen Medvedev, Eugenia Tirdatova, Lyubov Alova y tantos otros-, no es quizás un hecho tan trágico como la del joven de 31 años Sergei Bodrov jr. La Unión de Cineastas de Rusia, en cuya sede tuvieron lugar algunos días antes los funerales civiles de Pavel Lebeshev y Ilya Vaisfeld, no accedió a ofrecer su hall para el último adiós a Valentina Kolodyazhnaya. Esta puede ser la única razón por la que mucha gente no pudo asistir al funeral civil en la morgue de un lejano hospital de Moscú. Valentina Kolodyazhnaya fue una de las más brillantes profesoras de historia del cine extranjero en el VGIK desde 1949 hasta 1987, y para entender su significado, es necesario comprender que para los estudiantes del VGIK (es decir, aquellos que estudiaron tras el telón de acero), las clases de historia del cine fueron el único medio de aproximación a una mentalidad basada en algo diferente de las doctrinas del realismo socialista y del marxismo-leninismo-estalinismo. Valentina Kolodyazhnaya nunca tuvo reputación de disidente en el VGIK. No obstante, comprendió que la enseñanza del conocimiento del análisis presupone automáticamente una cierta oposición a cualquier irracionalidad procedente del poder de un estado paternalista. Valentina Kolodyazhnaya poseía un brillante sentido del humor, y todavía ahora se recuerdan sus chistes en las trastiendas del cine moscovita. Asímismo, se esforzó por desarrollar el estilo de escritura de sus alumnos. Tras ella se hallaban 200 años de tradición de crítica artística clásica rusa. En su juventud quiso ser escritora. Pero dado que la hija del "especialista burgués y zarista" (Valentina fue la única hija de un ingeniero de caminos) no podía convertirse en estudiante del "instituto de escritores proletarios", decidió estudiar historia del teatro así como inglés y algo de francés (esto fue como un presagio: más tarde le daría al mundo más miembros a la FIPRESCI que cualquier otro profesor de historia del cine extranjero del VGIK.) Tras la segunda guerra mundial Valentina Kolodyazhnaya fue una de las fundadoras de la teoría e historia del cine soviético. Cuando cualquier joven procedente de una familia de cineastas se convertía en estudiante suyo Valentina Kolodyazhnaya solía ser más exigente que nunca, especialmente cuando, -como es mi caso-, se trataba de la descendencia de un antiguo alumno. Nunca se casó, ni tuvo hijos propios, pero todos fuimos su familia. Valentina Kolodyazhnaya se comportaba como una abuela estricta -totalmente resposable del "pequeño/a" en cuestión, o más concretamente de su talento-. Por ello, sus alumnos más brillantes (siguiendo un comportamiento particularmente ruso, cuanto más brillantes eran, más difícil era su suerte) le escribieron cartas durante décadas, mantenían contacto con ella, le compraban regalos y le informaban sobre los acontecimientos del mundo del cine de Moscú. Fue algo muy importante porque hace diez años se quedó prácticamente ciega. ¡Qué tortura para una especialista en historia del cine que dedicó su vida a ver y a leer. Yo le describía películas chinas, los trabajos del "Dogma" y Titanic, y Valentina Kolodyazhnaya me contaba historias sobre el Zar Nicolás II que había escuchado de niña a un antiguo cortesano que se ocultó en Kharkov en Ucrania, el lugar en el que nació en 1918. Trató de comprender también el funcionamiento de internet así como el diseño de gráficos mediante ordenador. Valentina Kolodyazhnaya murió tal y como vivió, silenciosa y sola. Una ex-estudiante, hereda ahora su apartamento de una única habitación, la visitaba solamente una vez por semana, pero Valentina Kolodyazhnaya supo que una madre soltera está lejos de ser una profesora perfecta. En Rusia, a las madres solteras se les paga un subsidio aproximado de tres dólares al mes. Imaginen lo duro que es sobrevivir. Pero Valentina Kolodyazhnaya decidió convertirse en una especie de bisabuela realmente buena para Svetlana que apenas la recordará. Svetlana sólo tiene cuatro años. ¿Pero quién se atreverá, si ella lo desea, a impedir que se convierta en estudiante de historia y teoría del cine? Autora: Julia Khomiakova Traducción del inglés: Esmeralda Barriendos Texto extraído de: www.fipresci.org |