Año:
2011.
País:
España.
Estreno:
18-03-2011.
Género:
Drama.
Duración:
000
m.
T. original:
La mitad de Oscar.
Dirección:
Manuel Martín Cuenca.
Intérpretes:
Verónica Echegui (María), Rodrigo Sáenz de Heredia (Óscar), Denis Eyriey
(Jean), Antonio de la Torre (taxista), Manuel Martínez Roca (Miguel),
Salvador Gavilán Ramos (abuelo).
Guión:
Alejandro Hernández, Manuel Martín Cuenca.
Fotografía:
Rafael de la Uz. Montaje:
Ángel Hernández Zoido. Producción:
14 Pies, Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC),
Promociones Urbanísticas La Loma Blanca. Distribuidora:
Golem.
Sinopsis
Óscar es guardia de seguridad en una salina semi-abandonada.
Tiene 30 años y vive solo. Su vida consiste en ir cada día al trabajo,
ponerse el uniforme, colgarse la pistola y sentarse a mirar los restos de
las montañas de sal. Al mediodía suele recibir la visita de Miguel, un
antiguo guardia jubilado. Miguel llega en bicicleta y trae siempre comida
para almorzar con Óscar. Cada día, cuando termina el turno, Óscar se cambia
de ropa, toma el autobús y vuelve a casa. Lo primero que hace es mirar el
buzón y revisar su contestador, pero nunca hay cartas ni mensajes… o, al
menos, los que él espera. Un día la rutina se rompe. Óscar llega a la
residencia de ancianos donde está su único familiar, su abuelo, que padece
Alzheimer. Se ha puesto peor y lo han trasladado al hospital. La directora
le cuenta que ha avisado a su hermana… Óscar se queda petrificado; hace dos
años que no sabe nada de ella y ni siquiera sabía que en la residencia
tenían su teléfono. Dos días después María aparece en Almería. Viene
acompañada de su novio, Jean, un francés del que jamás había oído hablar
Óscar. La relación entre los dos hermanos parece tensa, algo ocurrió en el
pasado que los ha marcado definitivamente. María pretende pasar página, pero
él no está dispuesto a ello.
Dirección
Dirige Manuel
Martín Cuenca (Almería, 1964), licenciado en Ciencias de la Información y
Diplomado en Filología Hispánica, su filmografía se completa con los
cortos El día blanco (1991), Hombres sin mujeres (1998),
Nadie (1999),
el documental El juego de Cuba
(2000), y los largos La flaqueza del bolchevique
(2002) y Malas temporadas
(2005). También participó en Madrid
11-M. Todos íbamos en ese tren (2005) y Últimos testigos: Carrillo (2009).
En 1988 comenzó a trabajar profesionalmente en el cine como ayudante de
dirección, script y director de reparto. En 1999 comienza a escribir y
dirigir sus propias películas tanto en el género documental como en la
ficción. Durante esos años trabaja también como profesor de dirección e
interpretación en diferentes escuelas de cine de España y Cuba. Colabora con
algunos periódicos y publicaciones, y escribe una novela y varios libros de
cine. En el 2009 funda la editorial Lagartos Editores, que se dedica a
apoyar a jóvenes autores andaluces y que lanza una colección de libros de
cine: Lagartos de Cine, en la que se editan textos cinematográficos de
películas heterodoxas.
Referencias
Según el director "lo que motiva la realización de una
película como ésta es una forma de entender el cine en la que confluyen el
estilo y el tema. Hay una doble elección: una historia sobre el tabú y una
forma no melodramática de contarlo. En esta película no huimos de lo
sentimental, pero sí del exceso. Tratamos de que la calidez estuviera en
el trabajo con los actores, en lo íntimo de su interpretación y, al mismo
tiempo, en retratarlo con una cierta distancia, con transparencia y
simplicidad, sin ningún tipo de alarde. Una sencillez elaborada para
hablar de un tabú, pero con una perspectiva que no denuncia nada, que no
establece un juicio, que se diluye en la mirada observadora de los
sucesos. Lo morboso, lo espectacular, lo dramático, están excluidos de
este relato".
La película está ambientada en Almería,
en una pequeña ciudad costera al sur de Europa, frente a la costa
africana, cuya luz de invierno recuerda el escenario donde se desarrollan
los mitos.
Martín
Cuenca declara que "en
este espacio de la frontera europea resuena el eco de una tragedia, porque
es en la frontera, siempre en la frontera, donde se encuentran las
historias que más me interesan. Tenía que ser, además, una película
pequeña, intimista, pero muy cuidada formalmente. La rodamos en 35mm
buscando la calidad de la luz y el mejor sonido posible. La voluntad de
mirar y escuchar conviven al mismo nivel. De hecho, a veces, era el sonido
quien indicaba dónde debía ir la cámara y cómo había que organizar la
puesta en escena".
El director de fotografía declara que "la primera decisión
fue cómo contar el espacio; a mí me atraía mucho encuadrar la ausencia,
pues Óscar es un personaje que vive anclado en lo que ha perdido, en lo
que no tiene. Resolviendo esto que como llegamos a la conclusión de
trabajar en escope (2.35/1), para tener abundante espacio alrededor del
personaje, centrarlo en el cuadro (un pecado casi mortal en previas
colaboraciones entre Manuel y yo) y no mover la cámara. Esta última opción
era muy radical, pues tratábamos la cámara como un aparato de fotofija,
sin el menor re-encuadre, lo que condicionaba mucho la puesta en escena y
el movimiento de los actores".
Otro detalle importante es que no hay música
y el director indica que "no creo
que esta película la necesite. Queríamos huir de cualquier apuesta
melodramática o sentimental. Se trataba de enfrentarnos al material de la
historia con crudeza, sin edulcorantes. El sonido y el silencio son la
verdadera música. Quizás, por todo esto sea una
película frágil. Camina por una línea de sombra, casi imperceptible,
tratando de dejar huella pero sin imponer nada. Tratando de trabajar desde
el silencio".