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Tres estaciones

Año 1999
País Vietnam-USA
Estreno 07-01-2000
Género Drama
Duración 113 m.
ZINEMA.COM T. original Three seasons
  Dirección Tony Bui
  Intérpretes Don Duong (Hai)
  Ngoc Hiep Hguyen (Kien An)
  Manh Cuong Tran (Profesor Dao)
  Harvey Keitel (James Hager)
  Zoe Bui (Lan)
   Guión Tony Bui
Fotografía Lisa Rinzler
Música Richard Horowitz
Montaje Keith Reamer
Sinopsis
Las vidas de cuatro extraños se entrecruzan en el nuevo Vietnam surgido después de la guerra. Se trata de una joven vendedora de loto que se retira al campo para ayudar a un monje budista, un conductor de rickshaws enamorado de una prostituta de lujo y el pequeño Woody, que entablará amistad con un soldado que busca a su hija desaparecida durante la guerra. Las diferentes historias emergen para ofrecer el retrato de un país en transición que nunca volverá a ser el que fue antes de la contienda bélica.
    
Referencias
  • Está dirigida por Tony Bui (1972), quien huyo del país con tan sólo dos años y que al retornar al mismo convertido en adulto se quedó tan impresionado que se decidió a hacer esta película. Anteriormente, en 1994, había rodado el corto Yellow lotus, inspirado en esa primera visita.
     
  • Es la primera película estadounidense rodada en Vietnam después de la guerra.
     
  • Está protagonizada por dos famosos intérpretes vietnamitas, Don Duong, que también intervino en el corto Yellow lotus y Ngoc Hipe. Ambos coincidieron en 1993 en la premiada Dau an cua quy (La marca del diablo).
     
  • También interviene Harvey Keitel (Pulp fiction, y más recientemente Shadrach, Lulu on the bridge).
     
  • Consiguió el Premio del público, el Gran premio del Jurado y el de mejor fotografía en el Festival de Cine de Sundance 1999. También formó parte de la sección oficial del Festival de Cine de Berlín 1999.
     
  • La directora de fotografía es Lisa Rinzler (Lisboa story, Buena Vista Social Club).
     
  • La banda sonora es de Richard Horowitz, compositor de la música de El cielo protector, de Bernardo Bertolucci.
Crítica

Las escasas ocasiones en las que una película vietnamita ha llegado a nuestras pantallas se ha puesto de manifiesto la existencia de una sugerente cinematografía, con unas características específicas, en la que se reflexiona en torno a la situación actual de un país marcado por la guerra que padeció en los años setenta. A películas como Cyclo o El olor de la papaya verde, se une ahora Tres estaciones, de Tony Bui, que es una coproducción con Estados Unidos, país en el que el director ha residido desde que tenía dos años de edad.

La película carece de una estructura narrativa convencional. El eje sobre el que sustenta la propuesta se apoya en tres personajes cuyas vidas están marcadas por la ausencia en su sentido más amplio. Unos personajes que visualmente monopolizan la pantalla (casi siempre con muy poca profundidad de campo) en detrimento del siempre fácil recurso de mostrar estampas preciosistas a modo de guía turística; algo que, por otro lado, hace muy bien el cine norteamericano. La única conexión que se establece entre ellos, con mayor o menor intensidad, es puramente comercial, ya sea porque compran flores de loto, los servicios de un ricksaw, de una prostituta o los relojes que vende un niño.

En todo caso, el objetivo es reflexionar sobre Vietnam, sobre lo que ha sido y lo que es, dejando una esperanzadora puerta abierta al futuro sobre la que el director prefiere no profundizar. La tradición ancestral, profanada por la guerra, está presente en la plantación de lotos donde una joven entabla relación con un sacerdote cuyo rostro está desfigurado por una bomba; una muchacha que vende lotos cuidadosamente recolectados y que ve como todo su mundo empieza a desmoronarse con la comercialización de lotos cultivados de forma masiva.

El posicionamiento del director respecto a la guerra, condicionado por su nacionalidad norteamericana, se pone de relieve a través del personaje del marine, un hombre en busca de su hija, que frecuenta un bar llamado Apocalypse now. Será precisamente allí donde entable relación con un muchacho al que roban la maleta en la que lleva los relojes y otros artículos que vende de forma ambulante. Oriente frente a Occidente, Vietnam contra Estados Unidos. Al país no sólo le han usurpado, simbólicamente hablando, el tiempo, también continúa creyendo que Estados Unidos le ha arrebatado lo que es suyo, aunque finalmente descubra que puede que lo que haya sucedido no coincida exactamente con la verdad oficial. Descubrir esta verdad y olvidar fantasmas aún presentes, permitirá al niño afrontar un futuro lleno de incertidumbres.

Finalmente, el Saigon actual. La relación entre la prostituta y el conductor de rickshaws es la de una generación marcada por la guerra, que ha tenido que sobrevivir en unas condiciones extremas y que tiene concepciones diferentes de afrontar la vida. Pero ambas confluirán paulatinamente para culminar con una escena en la que la prostituta, bajo una alegórica lluvia de hojas rojas, se redescubra a sí misma como mujer.

N.A.